martes, 1 de abril de 2008

Capitulo 4 - Alerce Andino

Despertamos tipo 8:30 y desayunamos. Tengo la costumbre de desayunar cereales con leche fría y azúcar,(como es con agua fría no tengo que salir de la carpa para prepararlo). Lo malo es que la leche en polvo con agua fría queda casi siempre con grumos. Este desayuno me recuerda casa, y pienso que partir el día con algo dulce siempre es bueno. Rodrigo se levanta primero y calienta agua, lo acompaño y tomamos un café. Nos alistamos, y partimos por los senderos del parque. 
Nos sentimos mucho mas cómodos caminando que pedaleando, pensamos que lo nuestro es el trekking y no la bicicleta. Luego de poco caminar, el parque nos sorprende con una muy linda caída de agua, de aproximadamente unos 6 metros de alto, tomamos algunas fotos y admiramos el paisaje de frondoso bosque. Continuamos la marcha y al poco rato encontramos el famoso Alerce milenario, de mas de 3000 años, uno de los arboles mas viejos del mundo, es enorme y dan ganas de abrazarlo para tomar algo de su energía… pero hay una pequeña cerca y de puro tontos no nos acercamos mas. Me arrepiento de no haberle dado un abrazo al hermano Alerce.






El sendero continua entre la vegetación y en algunos puntos se acerca a pequeñas lagunas, en una de estas, había una construcción tipo muelle, pero medio destruido, tras este pseudo muelle, divisamos un ave sobre un tronco que sobresalía del agua, muy cerca de la orilla, parecía un pato. Con Rodrigo pensamos en sacarle una foto, y como si fuera casi una competencia nos acercamos lo más posible para capturar la mejor imagen del pato, Rodrigo iba por debajo del muelle y yo por arriba, sacamos algunas fotos (ninguna muy espectacular), y el pato lentamente bajo al agua, y se fue flotando con una tranquilidad imperturbable.

Continuamos caminando por el frondoso y bonito bosque, cruzando por algunos puentes de madera con senderos angostos, hasta llegar a divisar un claro. Seguimos y aparentemente el sendero se termina, pero pasamos a través de algunos troncos caídos. A las 11:00 am después de una hora y media de caminata llegamos a la Laguna Triangulo, un paraíso en la tierra, increíble laguna de color verde, rodeada de enormes murallones de piedra, con vegetación colgando de las laderas, las cuales se reflejan en el agua quieta como si estuviera en pause. En el piso cerca del agua había rocas con algo de arena  y entre el bosque y las rocas había pasto y flores como margaritas.



Sacamos algunas fotos de rigor, y caminamos cada uno por un lugar distinto, no había nadie más, y sin acuerdo previo, nos callamos y nos separamos por la ribera del lago. Fue como un momento de introspección y conexión con la naturaleza, algo mágico, perfecto.
Camine lentamente hacia una roca grande y me tendí de espaldas sobre ella, una mariposa apareció de pronto y se poso en la roca muy cerca de mí. La mala costumbre de las fotos me llevo a capturar su imagen un par de veces, ni se inmuto con la cámara a centímetros de ella. Impresionante era la sensación de ese lugar, puedo describirlo como una detención del tiempo.  Permanecimos ahí poco más de una hora, y regresamos.
Regresamos felices.

Una vez en el campamento, comimos algo por no decir arroz. Desarmamos el campamento, alistamos las bicicletas y salimos del parque. Pasamos por los baños los cuales estaban muy limpios, cerca había un pequeño jardín botánico con nombres de los arboles característicos de la zona.

Poco después de las 18:00 partimos de vuelta. Creíamos que el camino de vuelta sería tan complicado como lo fue de venida, pero nos equivocamos. La vuelta fue un empujón de esperanzas, ya que la pendiente a favor, nos ayudo a alcanzar altas velocidades, y el camino no era fácil, pero estaba justo al nivel donde bien atentos, se podían esquivar los hoyos y rocas rodando bien rápido, llegando a sentir la adrenalina de un camino peligroso pero no al extremo. Fue un camino tan entretenido y alentador que se convirtió en un espaldarazo al proyecto inicial. Quizás si era posible lograr el objetivo.



Seguimos por la carretera, ya mas experimentados sabíamos que no había que ir tan por la orilla ya que se acumulaba la arena y todo fue mas fluido. Nos detuvimos en un almacén, donde habían 2 ciclistas mas. Hola hola, era un francés súper bien equipado que se dirigía al norte  y un par de parejas chilenas que seguían al sur. Compramos unos chocolates.
Continuamos un momento con los que iban al sur, y empezaron nuevamente las subidas, tuve que bajarme de la bicicleta, Rodrigo lograba continuar. Cuando subía la bicicleta a mano, tope la bicicleta de una chica que hacía lo mismo y casi la boto al suelo, a ella y a su bicicleta, saque fuerzas no se de donde para sostener las 2 bicicletas sin que cayeran, cresta que vergüenza. Al llegar al final de la subida, la chica iba a esperar al resto de sus amigos, nos despedimos y continué. 


Rodrigo iba un poco mas adelante, lo alcanzaba a divisar. El camino iba junto al mar, y en algunos sectores de puentes se hacía muy estrecho, apenas pasaba una micro, y como buen micrero chileno, obviamente no bajo su velocidad.

Llegamos a Caleta la Arena, a las 20:00 hrs. Había un olor a empanada, y a mariscos,  se nos hizo agua la boca, pensamos en comprar algo para comer. Inteligentemente, antes de comprar algo, preguntamos a qué hora salía el último ferry, y el que estaba a punto de salir en ese momento, era el último. Así que subimos, las empanadas serian para otro dia.

El cruce en ferry para las personas era gratis pero las bicicletas pagaban 3000. Preguntamos si podían rebajarnos el precio y nos dijeron que no, pero si las subíamos a un camión, no había problema y no tendríamos que pagar. Primer camión que vimos, nos acercamos y le preguntamos si podíamos poner las bicis arriba. Muy muy amable el camionero nos dijo que si.
El ferry demoro una media hora en cruzar. Al bajar, el camionero nos pregunta a a dónde íbamos, y nosotros le dijimos que hacia el sur. Nos comentó que el camino entre Caleta Puelche y Hornopiren, era muy monótono, que el nos podría dejar en Hornopiren.

Perfecto, amarramos las bicicletas y directo a Hornopiren, muy simpático nos conto de los lugares del pueblo, sobre unas iglesias, unas termas, nos dio su número y que cualquier problema lo llamáramos. Al bajarnos en Hornopiren, habia que bajar las bicicletas, cosa que a primera vista seria muy fácil. Las bicicletas estaban muy pesadas, asi que con Rodrigo nos subimos al pickup del camion para bajarlas mientras nuestro amigo camionero, abajo, dice: "tirenla nomas". Nosotros sabiamos que el no conocia el peso y tratamos de bajarla suavemente, pero el la sujeto y puso una cara de esfuerzo máximo y la dejo caer, luego dijo ... esta pesada ..., aun quedaba aun mi bicicleta, y yo baje para ayudar a recibirla, ahi la bici me cayo con las puntas de los platos en mi muslo, 3 se enterraron y otros 3 solo hicieron una pequeña herida, me mordio la bici le dije a Rodrigo.
Luego al amigo camionero le regalamos un Chewi y la Tarjeta LeTour de agradecimiento. (tarjeta que decía “muchas gracias”, un logo LeTour de Chile, y nuestros emails) nos sacamos una foto, ubicando la cámara en la parte de atrás del camión, y nos fuimos.



Buscamos camping, y lo encontramos, era uno grande y bastante cerca, montamos la carpa, ordenamos un poco, comimos algo (fideos) y dormimos felices. El día había sido muy bueno, y habíamos ganado tiempo.

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